lunes, 29 de octubre de 2012

Pelicula para el apocalipsis: Buscando un amigo para el fin del mundo

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Cuando entré a la secundaria un profesor nos platicó que, según estaba pronosticado, en el 2019 un asteroide pasaría cerca de la tierra o se estrellaría en ella; ya desde antes, y gracias a Hollywood, mis pesadillas estaban pobladas de distintas variables de una catastrofe mundial ineludible. Por tanto, el comentario de mi profesor me asustó de tal manera que a veces no quería dormir, con tal de no tener pesadillas. No sé si mi profesor lo habrá dicho enserio o habrá sido, simplemente, un invento. Pero cuando llegó julio del 2006, volvió la paranoia: llegué incluso a rezar porque no ocurriera ninguna catastrofe, porque todo continuara su usual rutina.
Por supuesto, han pasado los años, y ahora no estoy tan seguro de querer rezar para evitar alguna catastrofe mundial, que pusiera fin a la humanidad a como la conocemos. Últimamente, con la cercanía de diciembre del 2012, he empezado a leer infinidad de artículos que informan que la idea de un colapso final es totalmente occidental y cristiana: no son muchas las culturas que comparten la idea del armagedon. Curiosamente, fuera de mis pesadillas y temores infantiles, jamás me había planteado como sería. Hasta que vi Buscando un amigo para el fin del mundo.
En realidad, desde los primeros minutos me impactó: el mundo se acabará en tres semanas, ya no hay plan b, suerte con sus últimos días. Y, como si no fuera poco, todos mis miedos infantiles fueron sumandose a la lista: el colapso de la sociedad, la negación de las personas de esta, el tener fecha de expiración por parte de los personajes principales. Y, por supuesto (y sin dar muchos detalles), el final de la pelicula, aunque muchos críticos han declarado no va acorde a esta, yo siento que no podría tener otro final.
Ya no soy un niño. Tampoco puedo decir a ciencia cierta que soy un adulto. Voy a cumplir 22 años y sin embargo, la pelicula logró tocar algo de mi más remota infancia.

sábado, 22 de septiembre de 2012

El blues de los cazadores de rojos. (Reseña)

Con mi presente participación en la revista Akáes, y para mantener un poco más activo este bloq que nadie visita, estaré posteando las reseñas aquí.





El blues de los cazadores de rojos.
(El gran desierto, James Ellroy)

A Ellroy lo apodan el perro rabioso de la literatura norteamericana. No es un apodo irrazonable: la mayoría de sus novelas están ambientadas en el Hollywood de mediados de siglo. Las drogas, el narcotrafico y los crímenes sexuales son tema gastado para los policías. El gran desierto es la segunda novela en una cuatrilogia denominada “el cuarteto de los Ángeles”. Cuatro novelas que pueden ser leídas individualmente. Precedida por La Dalia negra, continúa en L. A. Confidential, y termina en Jazz blanco.
El gran desierto inicia el primero de enero de 1950. Varios accidentes alrededor de la ciudad presagian una década funesta. Tres personajes se presentan al lector: Danny Upshaw, Mal Considine y Turner “Buzz” Meeks. Upshaw, el más joven, es un estudiante de criminología con pasado de ladrón de coches, buscando investigaciones que le den prestigio para estar en paz consigo mismo. Encuentra su oportunidad al inicio del libro con una serie de asesinatos brutales de homosexuales: heridas de estaca cortante (un arma utilizada por mexicanos), mordidas de animal, semen. Para Mal Considine, al contrario, su conflicto es con el presente: hijo de un evangelista psicópata, hermano de un ladrón de casas, intenta escalar puestos en la Fiscalía de Distrito de los Ángeles para poder ganar la custodia de su hijastro a su exesposa inmigrante y así defenderlo de los horrores del mundo real. Buzz “Turner” Meeks, por otro lado, resulta el personaje más entrañable de la novela: ludópata, apático, valiente, expolicia, matón, vive su presente sin preocuparse por el futuro. Para él no existe otra cosa que las probabilidades. Cincuenta a uno a que sucede tal cosa, treinta a uno a que sucede otra. Los tres personajes son invitados a participar en una investigación sobre los estudios de Hollywood. Objetivo: cazar comunistas. Danny, Mal y Buzz, son arrojados a la caza, al mismo tiempo que tienen que sobrevivir a sus desastrosas vidas privadas.
Con una prosa tensa, sin detalles superfluos, cargada de violencia, Ellroy vuelve a Hollywood una prisión. Sólo le queda una opción al lector: someterse a lo que el epígrafe de Conrad advierte desde la primera página:
Estaba escrito que yo debía permanecer fiel a la pesadilla de mi elección.